Algunas personas cuando tienen alguna dificultad emocional tratan de desahogarse con la comida como una forma de alivio, no separan el apetito de otras sensaciones de malestar y no reconocen el estado de saciedad, lo cual les produce un sobrepeso, entre otros desórdenes.
A diferencia de las mujeres de antaño, las mujeres de hoy desempeñan múltiples roles fuera del hogar. Esto inevitablemente obliga a reorganizar el tiempo y prioridades, lo cual puede trastornar la vida familiar, si no se trata con sabiduría. Es entonces cuando aparece el estrés y la salud se ve alterada de muchas maneras, una de ellas es precisamente la forma de alimentarse.
Por las prisas, a veces omitimos comidas tan importantes como el desayuno o comemos cualquier golosina para saciar el apetito mientras llegamos a casa y preparamos algo de comer. O, algunas veces, ante las presiones, buscamos llenarnos de cualquier cosa para mitigar la ansiedad; el objetivo es no “sentir”. Pero lo más grave de todo esto, es el precio que tenemos que pagar por la desordenada manera de alimentarnos: EL SOBREPESO.
La alimentación es el primer modelo natural que utiliza el ser humano para manejar la tensión interna física. Por ejemplo, cuando los bebés tienen hambre lloran y cuando satisfacen el hambre, su llanto cesa y se tranquilizan. Esto da una idea de lo placentero que es comer. Al alimentarse, el bebé descubre cómo quitarse la tensión física y el dolor, y a la vez conoce el primer puente emocional y afectivo con su madre, aprende sentimientos de seguridad, bienestar y afecto. La relación de la comida con estos afectos dura toda la vida, y por esto, ciertos estados emotivos como la ansiedad, depresión y alegría influyen en la alimentación. El acto de comer, además, es un acto social, en el que se produce una comunicación e identificación en el grupo. Por lo tanto, la alimentación no sólo es un proceso fisiológico, sino también psicológico.
A diferencia de las mujeres de antaño, las mujeres de hoy desempeñan múltiples roles fuera del hogar. Esto inevitablemente obliga a reorganizar el tiempo y prioridades, lo cual puede trastornar la vida familiar, si no se trata con sabiduría. Es entonces cuando aparece el estrés y la salud se ve alterada de muchas maneras, una de ellas es precisamente la forma de alimentarse.
Por las prisas, a veces omitimos comidas tan importantes como el desayuno o comemos cualquier golosina para saciar el apetito mientras llegamos a casa y preparamos algo de comer. O, algunas veces, ante las presiones, buscamos llenarnos de cualquier cosa para mitigar la ansiedad; el objetivo es no “sentir”. Pero lo más grave de todo esto, es el precio que tenemos que pagar por la desordenada manera de alimentarnos: EL SOBREPESO.
La alimentación es el primer modelo natural que utiliza el ser humano para manejar la tensión interna física. Por ejemplo, cuando los bebés tienen hambre lloran y cuando satisfacen el hambre, su llanto cesa y se tranquilizan. Esto da una idea de lo placentero que es comer. Al alimentarse, el bebé descubre cómo quitarse la tensión física y el dolor, y a la vez conoce el primer puente emocional y afectivo con su madre, aprende sentimientos de seguridad, bienestar y afecto. La relación de la comida con estos afectos dura toda la vida, y por esto, ciertos estados emotivos como la ansiedad, depresión y alegría influyen en la alimentación. El acto de comer, además, es un acto social, en el que se produce una comunicación e identificación en el grupo. Por lo tanto, la alimentación no sólo es un proceso fisiológico, sino también psicológico.
Muchas personas comen más cuando se sienten solas, tristes o estresadas. Frecuentemente, estas personas usan el comer como una forma de huir de sus emociones, llenar un vacío interno o para evadir el estrés, la angustia y el dolor.
En nuestra Unidad Médica Adaptógeno Charallave tratamos al individuo con estrés de una manera integral. Es de suma importancia realizar un cambio de estilo de vida, aprendiendo a manejar los impactos negativos de vida, tener una alimentación saludable, recibir un tratamiento con plantas medicinales adaptogénicas, sin efectos colaterales, tales como Stressless®, Raíz ártica®, Saint Jonh’s Wort®, Maca®, Codonopsis®, Ginseng siberiano®, entre otras, Terapia Neural, Sueroterapia con oligoelementos, Masajes anti-estrés, y disfrutar de buena calidad de vida.
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